¡A la chingada!


Antes del 2001, el verbo "chingar" no aparecía en el diccionario de la Real Academia Española. En realidad, no había muchas razones que justificaran la ausencia dado que es un verbo clave (quizás el más importante en su sentido simbólico) de la cultura mexicana.

En su vigésima segunda edición, la RAE incluyó nuestro verbo favorito con 9 significados:

chingar.

(Del caló čingarár, pelear).

1. tr. Importunar, molestar.

2. tr. malson. Practicar el coito.

3. tr. coloq. Beber con frecuencia vino o licores.

4. tr. Am. Cen. Cortar el rabo a un animal.

5. intr. Can. salpicar.

6. intr. Pal. tintinar.

7. intr. Arg. y Ur. Colgar desparejamente el orillo de una prenda.

8. prnl. embriagarse.

9. prnl. Can., Arg., Bol., Chile y Col. No acertar, fracasar, frustrarse, fallar.


Además, la RAE nos ofrece un cuadro de conjugación con todos los tiempos verbales, incluidos los graciosos: vosotros-chingabais y tu-chingaríais.

Sí, CHINGAR está en la RAE y sin embargo, no lo está del todo.

Ni los 9 significados ni la portentosa conjugación resultan suficientes para describir todo lo que CHINGAR significa para los mexicanos.

Y por eso ¡Así hablamos wey! quiso hacer un pequeño homenaje a uno de los verbos que más utilizamos, con un intento por ahondar en sus muchos significados y especialmente por conocer un poco de su historia.

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Y aquí les dejamos una rolita de Molotov para que el significado de "Chinga a tu madre" quede más que claro.

Escuchar rola en: ¡CÁNTALE!

¿Un taquito?



Cuando el escritor mexicano Jorge Ibargüengoitia se propuso describir el taco, así lo hizo:

Quiero inventar algo que al mismo tiempo sea plato, cuchara, servilletas y mantel - ha de haberse dicho el inventor en el origen del proceso --, que no sea necesario lavar y que sin embargo dé a quien lo está usando la seguridad de que lo que va a ponerse en la boca no ha pasado nunca antes por otros labios. Algo que se consuma al usarse, de tal manera que al terminar el banquete, sin necesidad de que nadie recoja nada, no quede en las mesas rastro de que ahí se ha probado un bocado.

Y el maestro no se equivocaba. El "taquito" es uno de los iconos más representativos de nuestra cultura gastronómica. No requiere más que una tortilla y un poquito de imaginación: desde un guisado complejo como el mole o el adobo con carne, hasta ingredientes más simples como los frijoles, los nopales, un trozo de queso, o hasta unas simples y llanas pizcas de sal.

Nadie sabe el origen de la palabra "taco". Algunas teorías, basadas en los relatos de Bernardino de Sahagún, indican que pudo haber derivado de los distintos tipos de tortillas que se utilizaban en Mesoamérica: "ueitlaxcalli" (que eran blancas, grandes y muy delgadas), "quauhtaqualli" (grande, gruesas y ásperas), y "tlaxcalpocholi" (las tortillas pardas), convirtiéndose después en taqualli o tlaco, y finalmente en "taco".

El punto, más allá del origen de la palabra, es que el taco ha trascendido sus propias fronteras. Asihablamoswey preparó un reportaje sobre un ejemplo de ello: una taquería mexicana en Madrid que no solamente comparte sabores, sino también un compendio de palabras nuevas para los comensales no-mexicanos.

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Y échense un taco de ojo con una cumbia muy ad hoc en la voz de la mexicana Lila Downs.

Escuchar rola en: ¡CÁNTALE!


El inicio de '¡Así hablamos wey!'

Pocas cosas propician tanto la creatividad del mexicano como el lenguaje. Desde pequeños aprendemos a usar expresiones y palabras que dan cuenta de lo 'característico' de nuestra lengua: su diversidad, su flexibilidad, su riqueza, su picardía.

Y sin saber muy bien cómo, crecemos con la
habilidad mental para modicar la lengua a nuestro antojo.

Transformamos palabras, las alargamos, las reducimos...


Albureamos...
Creamos expresiones, refranes, apodos, chistes y canciones que para cualquier otro sin un mínimo contexto mexicano entendería...

Cambiamos significados o adherimos nuevos...

Nos reímos de la vida con el lenguaje mismo; nos recreamos en él, lo dotamos de
sentido, de vida, de colores.

Poco de esta
riqueza lingüística se encuentra en los diccionarios. Incluso, los fundamentalistas del lenguaje fruncirán el ceño cada que alguien lance un 'chale', un 'wey' o alguno de los múltiples significados de 'chingar'. Y sin embargo, lo harán sin poder negar que estas, como muchas otras palabras y frases, son parte intrínseca de nuestra cultura, de lo que nos hace mexicanos, nos identifica y, en ocasiones, nos vuelve tan incomprensibles.

Con este blog,
no buscamos proteger el español mexicano. Estamos claros que hay 120 millones de paisanos que lo hablan, lo reproducen y lo enriquecen todos los días, y que en contra de ello no hay mucha amenza digna de reconocimiento. Tampoco busca convertirse en una oda al puritanismo: con el objetivo de corregir todo lo que no se adapta a las reglas del arte del buen decir.

"Así hablamos wey" tiene un doble objetivo: que el mexicano se identifique y el extranjero lo entienda. Es un intento por compartir la gracia y la riqueza de nuestra lengua con canciones, videos, chistes y expresiones mexicanas y, al mismo tiempo, volver comprensible lo incomprensible: explicando la deformación, evolución y significado de nuestras expresiones.

Nos hemos propuesto una tarea que queremos compartir con todos. En la medida en que somos todos
dueños y creadores de nuestro español mexicano, podemos ser también dueños y creadores de este proyecto tan didáctico como ameno.

Wey, este sitio es
tuyo. Aprópiate.